domingo, 1 de junio de 2014

Evil Rain: Sean


Era la peor parte.
Cuando la anciana se abalanzaba sobre él y lo abrazaba mostrándole su pútrida boca que permanecía abierta a causa de las carcajadas.
De hecho, llevaría varios minutos susurrando cosas horribles desde la puerta de la habitación. Tal y como Sean hacía ademán de quitarse las sábanas y ponerse en pie, la bruja corría para ponerle el corazón a mil por hora obligándole a contemplar esos ojos desquiciados, esa boca que no paraba de escupir y en general todo su horrible rostro.
Era, sin duda, la peor parte.

El resto de sustos menores eran como el vaso que se va llenando hasta que cae la última gota.
A veces, con la vista puesta en el ordenador o la televisión, podía de reojo verla cocinar mientras tarareaba una espeluznante nana que ya estaba clavada en lo más hondo de Sean.
En esos momentos, si no la molestaba, la bruja simplemente desaparecía por sí misma.
Aunque aparentemente la anciana desfigurada se sentía molesta constantemente, tan solo con ser, por ejemplo, observada.

Sean padecía esquizofrenia. Recordaba los años en los que tuvo en su mano la oportunidad de no desarrollar esa enfermedad, y le daba rabia reconocer que buena parte de la culpa la tuvo él. Los porros y el alcohol no son buena mezcla ante tal riesgo.
Ahora tenía que mirar fugazmente a los espejos, no girar la vista cuando, estando solo en casa, presentía la presencia de alguien más y, en definitiva, permanecer concentrado día y noche para no dejarse llevar por el pánico que desarrollaba cuando la bruja aparecía para despertarle con su abrazo.

Tras meses soportando dicha tortura al irse a dormir, Sean ya no sabía qué le producía más miedo, si el hecho de enfrentarse a múltiples pesadillas o los despertares con la bruja en la puerta, susurrando sucias palabras mientras la larga uña de su índice se paseaba por el marco de la puerta creando un agudo y horrible sonido.
Pero Sean no podía poner freno a aquella situación, puesto que nacía de su mente.
Acudía a diferentes sitios durante el día donde trataba de encontrar algo de ayuda, pero el hecho de sentarse en círculo a hablar entre varias personas se le quedaba corto.
Sean necesitaba algo más que relatar su desdichada vida marcada por la enfermedad mental.

Un día, paseando, se topó con viejo amigo esotérico. Mientras tomaban un café en una terraza en un soleado día primaveral, Sean no tardó demasiado en comentarle parte de lo que le ocurría. Y su amigo le dio un consejo. Se trataba de hacer una pregunta en el momento preciso. En caso de éxito, Sean estaba bien jodido.
Esa misma madrugada, a las seis en punto, despertó. El agudo crujir del dedo de la bruja en la puerta se combinaba con frases de odio puro, de rabia intensa.
En un solo movimiento Sean se destapó, se puso en pie y se lanzó hacia el abrazo de la bruja, solo que esta vez la asió por los hombros para clavar su vista en sus pequeñas pupilas blancas.

La bruja se revolvía con tal de soltarse del agarre y poner de punta todos los pelos de Sean abrazándole sobre la cama, efectuando movimientos imposibles con el cuerpo y sus extremidades.
– ¿Respondes al nombre de Evil Rain? – La rotunda pregunta que le había encargado decir su amigo esotérico proyectó a la bruja hacia atrás, en un levitar terrible, hasta que quedó apoyada en la pared frente a Sean. Los ojos de la bruja estaban abiertos de par en par.
No se trataba de la esquizofrenia.
De pronto, unas risas pusieron en guardia a Sean.
– ¡Volveré! ¡Volveré a por ti! – La bruja se lo escupía a voz en grito mientras gateaba hacia atrás, fuera de la habitación.

Un año después Sean podía irse a dormir ya más tranquilo, aunque quedaban resquicios de un antiguo terror. Según su amigo esotérico, al que llamó en cuanto pudo expulsar a la anciana bruja, ésta nunca se daba por vencida, y sin lugar a dudas cumpliría con sus últimas palabras.
Sean debía estar concentrado para expulsarla llamándola por su nombre cada vez que intentase acercarse a él.
La cuestión era identificarla en un lugar donde las apariciones de la esquizofrenia cada vez eran más numerosas, variopintas y sorpresivas.

Evil Rain era un antiguo espíritu malvado que moraba lejos, en las inmensidades del espacio profundo, y parecía haber encontrado una forma humana para personificarse ante quien desease.
Sean, que a veces se despertaba sudando en plena noche, siempre recordaba las veces que había tenido que soportar el largo abrazo de la bruja y su putrefacto aliento disparando saliva espesa hacia su rostro.


Era, sin lugar a dudas, la peor parte de una historia que nunca sabría si había por fin acabado.

2 comentarios:

  1. Me alegro que vuelvas a este genero, ya sabes que para mi es el que mas me gusta, ya que sabes meter a la gente en el relato y se te da muy bien el terror.
    Como siempre te voy a animar a que un día escribas un libro de terror

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    1. ¡Me alegra que te guste! A ver si un día me animo y escribo algo un poco más largo...

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